2ª
Parte:
EL LIBRO DE NÚMEROS
Terminamos
la primera parte del libro de números en el apartado A) La permanencia en el Sinaí, correspondiente al punto 7. Análisis. En
esta segunda parte continuaremos con el apartado B) De Sinaí a Cadés
(la gran marcha y su permanencia en el desierto de Cadés).
7.
ANÁLISIS:
El
conjunto del libro presenta cierta unidad basada particularmente en
la geografía y en la cronología. Estas características permiten
dividir la obra en tres secciones, correspondientes a tres regiones
y a los períodos de tiempo que el pueblo de Israel permaneció en
ellas.
A)
La permanencia en el Sinaí
F
20 días (explicado
en la 1ª parte)
B)
De Sinaí a Cadés (la larga marcha y su permanencia en el desierto
de Cadés)
F 38 años
C)
En las llanuras de Moab, al nordeste del Mar Muerto
F
9 meses y 10 días
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B)
De Sinaí a Cadés (la larga marcha y su permanencia en el desierto
de Cadés)
F
38 años
-Duración:
38 años.
-Su
larga marcha y su permanencia en el desierto de Cadés.
TRISTE
FRACASO
EN EL DESIERTO. (Cap. 11 a 20 con cap. 21:5-9 y cap. 25)
Una
sección muy triste.
Hasta
ahora las cosas parecían que marchaban bien para Israel, desde el
incidente del becerro de oro no había ocurrido nada significativo
para que Dios interrumpiera su manifestación al pueblo, este parecía
dócil, los jefes buenos y generosos y las esperanzas de llegar a
Canaán eran buenas. Sin embargo estos capítulos narran una
triste escena. Las murmuraciones y los pecados del pueblo encienden
la ira de Dios y el gran pesar de Moisés, el cual tuvo que interceder
en sus oraciones para aplacar a Jehová y hacerle desistir de su
intención de destruirles.
Ocho
son las murmuraciones encontradas en esta sección:
- Murmuración en contra del camino por el que Dios les conducía. (Cap. 11: 1-3)
El
pueblo murmuraba con frecuencia, pero en esta ocasión, Dios se
enfada porque después de haber experimentado su protección y su
cuidado no tenían excusa para desconfiar de Jehová.
- Murmuración contra el alimento con el que eran alimentados. (Cap. 11: 4-35)
Pronto
volvió el pueblo a pecar y a quejarse contra Dios. Los extranjeros
que se habían mezclado con ellos los indujeron a poner la vista en
las ventajas materiales. Añoraron la abundancia de Egipto
(olvidándose del duro trabajo de servidumbre) y despreciaron la
provisión de Jehová.
Jehová
les envía codornices, y aún estaba la carne entre los dientes de
ellos cuando la ira de Dios hirió con fuego una parte del
campamento.
No
era la carne un alimento nocivo o prohibido, pero a veces ocurre que
lo que es bueno puede volverse malo cuando no viene de parte de Dios.
El Señor no siempre nos concede todo lo que le pedimos a pesar de
que creamos que es bueno, él tiene sus razones que nosotros
desconocemos, sin embargo no debemos de volvernos contra Él por esta
causa, sino aceptar su voluntad confiando que Él tiene cuidado de
nosotros y sabe lo que nos conviene.
- Murmuración en contra del líder que Dios puso sobre ellos. (Cap. 12)
El
pueblo causó mucha aflicción a Moisés. Aquí en este capítulo
vemos como su paciencia fue puesta a prueba y precisamente por sus
mismos hermanos: Aarón y María.
Ellos
hablaron mal de Moisés, y parece ser que fue María la que empezó
con la discusión. Dos eran los motivos por los cuales se enfadaron
contra su hermano:
Su
matrimonio con una extranjera. No se sabe con certeza si se
trataba de un segundo matrimonio o se estaban refiriendo a Séfora,
su primera esposa, ya que cuando la Biblia habla de una mujer cusita
hemos de tener en cuenta que Cusán es sinónimo de Madián (Hab.
3:7).
Su
gobierno. No por llevarlo mal, sino por monopolizarlo. En el
versículo 2 dice: “Solamente por Moisés ha hablado Jehová”.
Moisés
mostró una gran paciencia ante tan grande provocación. Él era un
hombre celoso de guardar el honor del Nombre de Dios, sin embargo se
mostraba manso a la hora de defender el suyo propio. No se quejó,
ni apeló a la justicia divina, pero Dios no deja sin defensa al
inocente, y aplicó en este caso su justicia contra María, la cual
quedó leprosa. El castigo cayó sobre ella por ser la causante de
dicha rebelión. La intercesión de Moisés le dio sanidad.
El
pueblo no avanzó en su marcha hasta que María no fue sanada, el
propósito de Dios no era avergonzar más a María de lo necesario
abandonándola en el desierto, sino esperar a su arrepentimiento y
restauración.
- Murmuración contra la tierra que Dios prometió darles. (Cap. 13)
Cuando
los israelitas estaban a punto de poner los pies en la tierra de
Canaán (Tierra Prometida), tuvieron que volver atrás para vagar por
el desierto durante treinta y ocho años más, hasta morir allí
todos los mayores de 20 años (con la excepción de Josué y Caleb),
debido a que los espías que enviaron para inspeccionar la tierra
regresaron con un informe de desánimo para disuadirle de entrar en
Canaán.
No
pudieron negar que la tierra era buena y fructífera, pero imposible
de conquistar, por lo que era mejor no intentarlo.
Caleb
y Josué fueron los únicos que animaron a seguir adelante, ellos
creyeron a Dios, lo que les valió no morir en el desierto, pasar el
Jordán y tomar posesión de su heredad.
En
ningún momento Jehová les dice que no tendrían que luchar para
conquistar Canaán. También ahora hemos de mantener lucha para
poseer las promesas que Dios nos da, esa lucha es a veces muy dura,
implica conservar la fe y la confianza en Él a pesar del tiempo que
tarde y de no ver nada.
- Murmuración en contra del veredicto. (Cap. 14)
En
este capítulo vemos la contienda entre Dios e Israel, a causa de la
murmuración y la incredulidad, por lo que Jehová les juró en su
ira que no habrían de entrar en su reposo. Toda la congregación dio
más crédito a lo que decían los espías que a Dios. Deseaban haber
muerto en Egipto o en el desierto antes de tener que pasar a Canaán,
por lo que desearon volverse atrás antes de seguir adelante.
Parece
ser según leemos en Deuteronomio 1: 22 que no fue Dios de quien
partió la idea de inspeccionar la tierra, sino que el pueblo fue a
Moisés y dijeron de enviar espías para que les informasen sobre el
camino que habrían de seguir y de las ciudades adonde tendrían que
llegar. Esto indicaba que el pueblo no confiaba demasiado en Jehová,
quien le había dicho que era buena tierra.
No
somos muy diferentes de Israel, a veces nosotros no fiándonos de la
Palabra de Dios, queremos andar por vista y no por fe, dando más
crédito a nuestras propias ideas y consejos ajenos que a la
revelación de Dios.
Se
les acusa de cobardes, pero las Escrituras los llama incrédulos.
Después de las señales que habían presenciado del poder de su Dios
dudaron que Él pudiera mantener su palabra de ayudarles.
Los
que se quejan sin causa merecen tener causa para quejarse. Y esto es
precisamente lo que le pasó al pueblo de Israel. La sentencia
pronunciada por Dios era de exterminar a todos los israelitas, la
humilde intercesión de Moisés les libró de tal castigo, pero no
habían de ver la tierra prometida ni entrarían en ella. La promesa
de Dios se cumpliría para la descendencia de ellos, es decir sus
hijos. Volverían al desierto, cuando todos los de veinte años para
arriba murieran entonces la generación que quedara tomaría
posesión de Canaán.
Solamente
Caleb y Josué vivieron para ver cumplida esta promesa. Ellos
creyeron a Dios y Él fue fiel para darles su porción de herencia.
Con
todo, el pueblo se quejo del veredicto y sin la aprobación de Jehová
decidieron pasar el Jordán y conquistar la tierra, el resultado fue
muy lamentable, los enemigos descendieron contra ellos y los
derrotaron, matando seguramente a la mayoría de los israelitas que
se lanzaron a la lucha.
- Murmuración en contra de los nombramientos de Aarón y su familia para el sacerdocio. (Cap. 16 y 17)
Estos
capítulos encuentran un registro de ciertos motines y quienes eran
los rebeldes que estaban al frente de ellos. Coré era la principal
figura de la conspiración, uniéndosele después Datán Abiram y On,
de la tribu de Rubén, hijo mayor de Jacob, hombres de renombre que
Indujeron a la rebelión a doscientos cincuenta varones.
La
protesta de los rebeldes era respecto al nombramiento de Aarón y su
familia para el sacerdocio, poniendo en duda su llamado de parte de
Dios. Moisés trató de impedir que la rebelión llegara a mayores y
el caso llegase al Tribunal de Dios, pero ellos no hicieron caso, así
que su insolencia lleva a Moisés a apelar a Jehová respecto de su
propia integridad. El resultado es que Dios en su justicia abandonó
a los rebeldes a la obstinación y al endurecimiento de su corazón,
y ejecutó la sentencia:
“Se
abrió la tierra; la tierra abrió su boca, y los tragó a ellos, y a
los suyos, y los cubrió la tierra”
Fue
terrible. Se amonestó públicamente a la congregación para que se
retirasen inmediatamente de las tiendas de los rebeldes para no morir
con ellos, la congregación hace caso del aviso, pero los rebeldes
continúan con una actitud arrogante y blasfema. Todo Israel quedó
aterrado del castigo.
Dios
confirmó el ministerio de Aarón y de su familia. Sin embargo al día
siguiente hubo una nueva revuelta, volvieron a pecar de la misma
forma teniendo en poco las advertencias de Moisés.
En
esta ocasión, tras la rebelión de Coré, el pueblo vuelve a
murmurar contra Moisés y Aarón, este acontecimiento hizo que Dios
trajera mortandad sobre el pueblo de Israel. Moisés de inmediato
dándose cuenta de la gravedad del asunto mandó a Aarón poner fuego
del altar en el incensario, echar el incienso y correr hacia el
pueblo para que en función de su oficio de sacerdote, hiciese
expiación por ellos, así fue como cesó la mortandad.
El
incensario que usó era el mismo que se utilizaba el día de la
Expiación, y corrió al lugar en donde la ira de Dios se estaba
manifestando y tomó posiciones en la frontera entre la muerte y la
vida, colocándose frente a la Ira Divina. Puso en peligro su propia
vida para salvar la del pueblo.
Su
llamamiento como sacerdote quedó con esto sólidamente afianzado y
confirmado de toda sospecha.
Aarón:
Prototipo de Cristo como sacerdote que intercede por nosotros al
Padre, el cual traspasando la frontera de la muerte venció a
esta.
Incensario
de oro: Cristo glorificado, que está sentado a la derecha
del Padre intercediendo por nosotros.
Incienso:
La oración de Intercesión al Padre.
Fuego
del Altar: El Altar representa el sacrificio de Cristo. Solo a
través de este sacrificio de Cristo nuestras oraciones llegarán
como olor fragante al Padre y serán aceptadas.
|
¡Cuan
peligroso es el pecado de rebelión! hemos de llevar cuidado como hijos de Dios de no menospreciar a las autoridades establecidas
por Él, de no resistir su autoridad tanto si nos gusta como si
no. Las personas que provocan revueltas y levantan a los demás para
unirse a su rebelión demuestran ser gente orgullosa, envidiosa,
ambiciosa,... que solo buscan su gloria. Dios nos guarde de albergar
en nuestro corazón tales sentimientos y seamos dignos de la
confianza que ha depositado en nosotros, dispuestos a permanecer en
la brecha y seguir cumpliendo con nuestra obligación aún cuando las
cosas no marchen bien, no buscando nuestro bienestar sino el de la
congregación en donde servimos.
Cada
uno de nosotros ha sido llamados a ser sacerdote e interceder a
favor de los que aún no conocen a Dios. Nuestra posición es
colocarnos como Aarón, en la frontera entre la muerte y la vida,
para que la misericordia de Dios sea derramada sobre el pueblo y no
muera.
- Murmuración en contra de la sed. (Cap. 20: 2 – 13)
Dios
en su desagrado les dijo inmediatamente que no tendrían el honor de
introducir a Israel en la Tierra Prometida. En este capítulo mueren
María y Aarón.
- Murmuración por razón de la provisión de Dios. (Cap. 21: 4 – 9)
El
ejército de Israel comienza a penetrar en territorio habitado y
toman posesión de las fronteras de la Tierra Prometida. En medio de
todas las aventuras que les ocurren tenemos otra grave murmuración
del pueblo, que da lugar al episodio de las serpientes venenosas y a
la salvación mediante la serpiente de bronce.
Israel,
fatigado por la larga marcha en torno a las fronteras de Edom, ya que
no se les permitió pasar a través del país que era el camino más
corto, se desanimó y volvió a murmurar en su
incredulidad, lamentando la falta de pan y de agua y de lo fastidioso
de comer siempre el maná.
El
juicio de Dios no se hizo esperar y envió entre el pueblo serpientes
feroces que con su mordedura murió mucho pueblo. En su
arrepentimiento ruegan a Moisés que interceda por ellos. Jehová
manda construir la imagen de una serpiente de bronce y ordena que la
pusiesen sobre una asta en un lugar elevado, de modo que todos pudieran
verla. Todo aquel que fuera mordido por una serpiente feroz quedaría
curado con tan solo mirar a la de bronce, en cambio moriría si
rehusaba mirarla.
Encontramos
aquí una gran dosis de Evangelio: la serpiente colocada sobre una asta simboliza a Satanás, el cual ha sido vencido por Cristo a
través del sacrificio de su muerte en la cruz, para que todo aquel
que cree en Él no se pierda más tenga vida eterna.
C)
En las llanuras de Moab, al nordeste del Mar Muerto
F
9 meses y 10 días
-Duración:
9 meses y 10 días.
-Un
tiempo en las llanuras de Moab, al nordeste del Mar Muerto. Hemos
visto claramente el fracaso de Israel y como este tenía que ver con
la incredulidad. ¡CUIDADO CON LA INCREDULIDAD!
Pero
no todo fue fracaso, en esta última sección del libro vemos a un
pueblo victorioso y gozando una vez más del favor de Dios.
UN
PUEBLO GLORIOSO Y VICTORIOSO EN
EL DESIERTO. (Cap. 21: 1-4 y del 10 hasta el cap. 36)
Victoria
La
nota predominante en esta sección es victoria. Aunque no debemos
olvidar que hubo algunos fracasos como por ejemplo el hecho de que la
vieja generación murió como castigo por el pecado en Cadés (los
espías), y ahora Dios empieza de nuevo con Israel.
- Victoria sobre el rey de Arad. Cap. 21: 1 – 3
Jehová
escuchó la voz de Israel, y entregó al cananeo, y los destruyó a
ellos y a sus ciudades; y llamó el nombre de aquel lugar Horma, que
significa Destrucción.
- Victoria sobre el rey de Sehón y el rey Og. (Cap. 21: 21 – 35)
Israel
envió una embajada de paz al rey de los amorreos llamado Sehón,
pero la respuesta fue hostil, por lo que su ejercito fue derrotado y
su país adueñado por los israelitas.
Og,
rey de Basán, no escarmentó en cabeza ajena, y en vez de hacer las
paces con Israel le declaró la guerra, y el resultado fue su propia
derrota. Og también era amorreo, y parece ser que sus habitantes
eran gentes de una fuerza sobrehumana, su territorio muy fértil y
su ganado muy preciado, sin embargo ante el poder de Dios no hay
obstáculos y entrega en manos de su pueblo el reino de Basán.
- Balaam y Balac. (Cap. 22 al 25)
Esta
es una historia en la cual Balac rey de Moab, se empeña en maldecir
al pueblo de Israel a través del profeta Balaam. Dios frena la boca
de Balaam y cambia la maldición por bendición.
El
rey tentó al profeta, y esta tentación fue más fuerte que el deseo
de obedecer a Dios, es así como deseando recibir todo cuanto le
ofrecía Balac le siguió. Dios permitió que marchara con el rey
moabita y lo entregó a la concupiscencia de su corazón.
A
veces Dios permanece callado a las oraciones de sus hijos, y no es
porque no tenga interés, sino por amor, porque no siempre nos
conviene aquello que pedimos. Sin embargo vemos que Dios concede
peticiones por ira, es decir que a aquellos que se empeñan en
conseguir lo que quieren a cualquier precio, resistiendo la autoridad
de Dios. En estos casos el Señor contesta aunque sabe que la
respuesta va a traer maldición sobre la persona.
- El Segundo Censo. (Cap. 26)
La
primera vez que se censó al pueblo fue el primer año de la salida
de Egipto al pie del monte Sinaí. Esta segunda vez en la llanura de
Moab, justamente antes de entrar en la Tierra Prometida.
El
censo había de hacerse igual que la vez anterior, contando solo los
hombres de veinte años arriba, hábiles para la guerra.
El
motivo por el que se hizo este censo especial registrando las
tribus, las familias y el número de los individuos es porque el
pueblo de Israel se había multiplicado, y el reparto de la tierra
iba a ser no por azar sino por promesa y estatuto de Dios. Según el
incremento de cada tribu, se le asignaría una porción de la
herencia. Esto quedaría registrado para garantizar la voluntad de
Dios.
A
pesar de haber transcurrido cuarenta años desde el censo anterior
vemos como resultado 1.820 personas menos, y se debe al juicio de
Dios contra los murmuradores.
- La ley de herencia. (Cap. 27)
Se
hace mención del caso de las hijas de Zelofehad, el cual muere si
tener hijo varón que le suceda. Era el primer caso que ocurría en
Israel. Estas pedían poder tener parte en la tierra de Canaán entre
los hermanos de su padre.
Solo
heredaban los censados, como su padre había fallecido y no se
encontraba censado, ellas no tenían derecho a heredar. Alegaron que
su padre no había muerto de manera deshonrosa. El caso fue decidido
por Dios mismo. Les fue concedida la petición. A partir de entonces
se dio una ley general en la que quien no tuviera hijos varones, su
hacienda pasaría a sus hijas, si tampoco tenía hijas pasaría a sus
hermanos, si no tenía hermanos, a los hermanos de su padre, y si
tampoco los tuviera al pariente más próximo.
- Josué toma el lugar de Moisés. (Cap. 27)
Moisés
ruega a Dios por un sucesor. En respuesta a esta oración, Dios
nombra a la persona de Josué, quien hacía tiempo se había
distinguido por su valentía en la lucha contra Amalec, por su
humildad en el servicio a Moisés y por su fe y sinceridad en
testificar contra el informe de los malos espías. Dios instruye a
Moisés sobre el modo de instituir a Josué como su sucesor.
- Los arreglos para las ofrendas y los votos. ( Cap. 28 al 30)
Ahora
que el pueblo había sido censado, se habían dado instrucciones
sobre el reparto de la tierra, y se había nombrado a Josué como
sucesor de Moisés, lo próximo que hace Dios antes de pasar a
conquistar Canaán es ordenar el culto, era una manera de garantizar
que llevaría a cabo sus prácticas religiosas y no se olvidarían de
ellas a pesar de las continuas guerras.
- Victoria sobre Madián. (Cap. 31)
Jehová
da a Moisés orden de hacer la guerra contra los madianitas,
descendientes de Abraham y Cetura. Estos habían abandonado el culto
a Dios y se habían convertido en idólatras, eran vecinos de los
moabitas y estaban confederados. Ellos mandaron a sus mujeres para
contaminar a Israel y Dios en respuesta a esta provocación les
castigó severamente.
- Los preparativos para entrar en la tierra.
Dios
nombra encargados para distribuir la tierra. Se da por segura la
conquista de territorio. Después de las instrucciones dadas para la
distribución de la tierra entre las tribus se hace ahora la
provisión necesaria a favor de los levitas cuya tribu estaba
enteramente dedicada al servicio del Tabernáculo.
8.
SÍNTESIS:
En
lo que respecta al contenido, el libro de Números continúa la
historia de Éxodo, ya que narra la marcha de los israelitas por el
desierto desde los últimos meses en el Sinaí hasta las vísperas de
la entrada en la Tierra Prometida. Los primeros relatos describen los
preparativos para reanudar la marcha después de haber recibido la
Ley, luego se insiste en la celebración de la Pascua, más tarde
narra los sucesos acaecidos entre la salida del Sinaí y la llegada a
Moab. En la parte final se dan algunas instrucciones previas al cruce
del río Jordán.
Este
libro pone de relieve la personalidad y la obra de Moisés, el gran
libertador y legislador del pueblo de Israel. A este cometido añade
ahora el de organizar a los israelitas y guiarlos durante los años
de su peregrinación en busca de la Tierra Prometida. Moisés se
entregó a este trabajo con total fidelidad a Dios y motivado por el
amor a su pueblo, aunque a veces se sintió abrumado por la pesada
carga moral de su responsabilidad y la incomprensión de la gente que
lo rodeaba.
En
contraposición con la figura de Moisés, la conducta del pueblo
aparece descrita con rasgos más bien negativos. En la soledad y en
la vida dura del desierto, la gente de toda clase que había salido
de Egipto comienza a tomar conciencia de su destino, pero la larga
travesía hacia una meta todavía desconocida y que debía parecerles
siempre lejana les lleva a continuas protestas y rebeldías. No
cesan de provocar la ira de Dios. Sin embargo, las infidelidades del
Pueblo no impiden que el Señor siga manifestando a Israel su
misericordia y su perdón. Aquí vemos a Moisés como mediador entre
Dios y el pueblo escogido, hablando cara a cara con Jehová.
Visto
en conjunto y atendiendo especialmente a razones geográficas y
cronológicas, este libro no le falta unidad en su composición.
Porque el relato, manteniéndose en la misma línea histórica del
Éxodo, informa de los movimientos de Israel posteriores a su
permanencia en el Sinaí y hasta su llegada al Jordán. Ahora bien,
a pesar de esta unidad global, es necesario reconocer que su
estructura literaria consiste más bien en una cadena de secuencias
colocadas una junto a otra, independientes entre sí, que van
alternando contenidos narrativos de fácil lectura con otros de
carácter jurídico, legal, censual o ritual. Tales características
hacen pensar que el libro no fue redactado de una sola vez, sino que
su redacción pasó por diferentes etapas hasta adquirir su forma
definitiva.
El
esquema del contenido basado en la geografía y en la cronología
permiten dividir la obra en tres secciones a tres regiones y a otros
tantos períodos:
- Los 20 días en el Sinaí. (SERVICIO)
- Los 38 años de marcha y la permanencia en el desierto de Cadés. (FRACASO)
- Los 9 meses y 10 días en las llanuras de Moab, al nordeste del Mar Muerto. (VICTORIA)
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