CUARTO
DISCURSO: Pacto
CAPÍTULOS
29 Y 30
Este pacto explica
las condiciones bajo las cuales Israel iba a entrar en la Tierra
Prometida.
El pacto hecho
anteriormente en Horeb, por Dios es renovado, y Moisés, que fue
mediador antes, lo es también ahora. La gran mayoría pertenecía a
la nueva generación y, por eso, para ellos era algo nuevo, y habían
ahora de tomar parte activa dando su consentimiento personal al pacto
de Dios.
Es curioso el
énfasis sobre la circuncisión del corazón. Cap. 30: 6. Esto nos
habla de una entrega total a Dios, de un arrepentimiento sincero que
se demuestra con una vida constate de obediencia, la cual debe
surgir de un principio de amor, y ese amor ha de ser con todo el
corazón y con toda el alma.
QUINTO
DISCURSO: Consejos
CAPÍTULO
31: 1 – 23
- Todo el pueblo de Israel.
Cap. 31: 1-6
- Josué Cap. 31: 7-8
- Los sacerdotes (Los hijos
de Leví) Cap. 31: 9-15
- La advertencia de Jehová Cap. 31: 14 – 21
En este discurso
Moisés anima al pueblo que está para entrar en la tierra de Canaán,
y anima también a Josué que los va a introducir en aquella tierra
prometida; se cuida de que todas estas cosas no se olviden y
permanezcan siempre en la memoria de ellos, ahora que está próxima
su muerte. Moisés tenía 120 años y Josué era ya un experto
general, un hombre esforzado y valiente.
La Ley fue dada por
Moisés, el cual la escribió y la encomendó al cuidado y la custodia
de los sacerdotes para ponerla al lado del Arca, a fin de que quedase
allí como modelo a seguir a la hora de hacer copias. Esta Ley mandó
que se leyese ante la asamblea general una vez cada siete años.
Moisés y Josué
son convocados al tabernáculo de reunión, a esperar una
manifestación de parte de Jehová. Dios le revela a su siervo que el
pueblo de Israel quebrantaría su pacto, pero Dios promete su ayuda.
Vemos como Jehová prepara la medicina de antemano, antes incluso de
que se produzca la enfermedad.
NOTA: En
este cántico que contiene la advertencia de Dios, la tristeza es el
elemento característico.
SEXTO
DISCURSO:
Instrucción
CAPÍTULO
31: 24 – 29
Este discurso se
dirige a los levitas y habla acerca de la preservación del libro de
Deuteronomio.
Dentro del Arca
estaban las tablas de la Ley, al lado del Arca le Libro de la Ley.
SÉPTIMO
DISCURSO: Cántico
CAPÍTULO
31: 30 Y CAPÍTULO 32
En este séptimo
discurso tenemos un Salmo de una belleza sublime.
Comienza con una
solemne apelación a los cielos y a la tierra respecto a la verdad y
a la trascendencia de lo que iba a decir, y respecto a la justicia de
los procedimientos divinos contra un pueblo rebelde.
También
encontramos en esta porción una solemne declaración de la grandeza
y de la justicia de Dios.
Después de haber
presentado a Dios como el gran Bienhechor de Israel en general, ahora
Moisés se refiere a algunos casos en particular de la bondad de
Dios para con ellos, y del cuidado que ha tenido para su pueblo.
En este cántico se
describe la apostasía de Israel, al abandonar a su Dios, hecho que
iba a suceder en breve, y a lo que ya estaban de antemano inclinados.
Dos ejemplos notables de tal perversidad fueron:
1) La abundancia y
la prosperidad iban a ser, como suele suceder, ocasión de
suficiencia y sensualidad, de orgullo e insolencia y otros abusos.
2) El otro ejemplo
de su apostasía fue la idolatría. Fue precisamente la idolatría
la que les llevó a abandonar al Dios verdadero, pues al querer
seguir sus propios caminos y al hacerse amantes de novedades, se
hastiaron de servir y adorar al único Dios verdadero.
Este himno de
Moisés concluye con palabras de gozo; porque en Israel hay un
remanente al que espera un final dichoso. El pueblo de Dios tendrá
gozo al fin, y lo tendrá para siempre; su liberación será
perpetua. Esta será también la suerte final de cuantos le teman y
le sirvan.
Los deberes que
Moisés les impone son:
- Que guarden con toda
diligencia las palabras que les ha testificado.
- Que transmitan fielmente
todas estas cosas a sus descendientes.
Los argumentos que
usa para persuadirles a cumplir todas las palabras de la ley y
perseverar en el temor y servicio del verdadero Dos son:
- La gran importancia de las cosas mismas que les encarga, ya que en ello les va la vida.
- El gran beneficio que les reportaría: “Por medio de esta Ley haréis prolongar vuestros días en Canaán, tipo de la promesa de vida eterna que Cristo asegura para los que guarden los mandamientos de Dios. (Mt. 19:17).
OCTAVO
DISCURSO: Bendición
CAPÍTULO
33
Esta es realmente
una declaración profética extraordinaria.
Todavía no había
terminado Moisés todas sus funciones con los hijos de Israel. Les
había echado un sermón de despedida; después del sermón, les
había recitado un salmo o cántico; sólo queda ahora despedirlos
con una bendición.
Moisés los
bendijo:
- Como profeta.
- Como padre de Israel, como lo son los buenos reyes para sus súbditos.
Comienza su
bendición con una elevada descripción de las manifestaciones
gloriosas que Dios les había hecho de sí mismo al darles la Ley;
también describe el honor y el provecho que Dios les había otorgado
con su Santa Ley.
De la misma manera
que Jacob bendijo a sus hijos en el lecho de muerte, Moisés bendice
a las tribus que descendían de ellos. Les desea toda felicidad,
aunque él no ha de participar de ella porque va a morir pronto.
LA
BENDICIÓN DE RUBÉN: Aunque Rubén había perdido el
honor de la primogenitura, Moisés comienza por él. Moisés desea y
predice que Viva Rubén, y no muera, al hacerse pocos sus
varones.
LA
BENDICIÓN DE JUDÁ: “Oye, oh Jehová, la voz de
Judá, y llévalo a su pueblo; sus manos le basten, y tú seas su
ayuda contra sus enemigos.”
Judá fue el
primero en emprender la conquista de Canaán, e iba a necesitar la
ayuda de Dios de una manera muy especial, ya que las tribus que
estaban con él (Simeón y Leví) no le ayudaron e iba a luchar el
solo la lucha de todo Israel.
LA
BENDICIÓN DE LEVÍ: Al bendecir a la tribu de Leví,
Moisés se extiende algo más, no por ser él de esta tribu, sino por
cuanto era la tribu de Dios. La bendición de Leví hace referencia:
- Al sumo sacerdote, llamado aquí varón piadoso, porque su oficio era de piedad y santidad, en señal de lo cual llevaba escrito sobre su frente, en la lámina de oro de su mitra, SANTIDAD A JEHOVÁ.
Ruega
que el oficio del sumo sacerdote sea permanente: “...Tu Tumin y
tu Urim sean con él (Hebr. Para él).
El
Tumim y el Urim eran dos objetos que se les había dado para
consultar la voluntad de Dios. A pesar de esta bendición los Urim y
Tumin se perdieron en la cautividad de Babilonia y no se
encontraron nunca más. Tumin significa integridades; y Urim
iluminaciones, así que la bendición de Moisés en forma de plegaria
vendría a decir: “Señor, haz que el sumo sacerdote sea siempre un
hombre íntegro y sabio”.
- A los sacerdotes inferiores: los levitas. (vv. 9-11)
Ensalza
el celo de Dios por esta tribu cuando estuvieron de parte de Moisés
en el incidente del becerro de oro.
Confirma
la comisión encargada a esta tribu de ministrar en las cosas santas.
Ruega
por ellos para que tengan fuerza y eficacia en su labor y que sean
protegidos contra sus enemigos.
LA
BENDICIÓN DE BENJAMÍN: A Benjamín se le llama aquí
el amado de Jehová, porque el patriarca de esta tribu era el amado
de Jacob, el hijo de su mano derecha. A título de curiosidad Saúl y
Pablo eran de esta tribu.
Le es asegurada la
protección divina: lo cubrirá siempre.
LA
BENDICIÓN DE JOSÉ: Que incluye tanto a Manasés como
a Efraín. En la bendición de Jacob (Gn. 49), la de José es la más
amplia, y también lo es aquí, y de allí toma Moisés prestado el
título que da a José, de que es príncipe entre sus hermanos.
Bendice a José con
gran abundancia y con gran poder.
LAS
BENDICIONES DE ZABULÓN E ISACAR: Tenemos juntas las
bendiciones de Zabulón y de Isacar, porque ambos eran hijos de Jacob
por Lea, y sus territorios en Canaán eran contiguos; de ellos
predice:
Que ambos habrían
de disfrutar de una residencia ventajosa y de un quehacer próspero.
Zabulón tendría motivos para alegrarse; y Moisés ruega para que
tenga éxito en sus salidas, ya que había de ser tribu de hombres de
acción y negociantes.
Isacar había de
alegrarse en sus tiendas, con vida tranquila y pacífica, dedicado a
la agricultura, a la consideración de la naturaleza y a la reflexión
sobre las cosas del espíritu. En 1ª de Crónicas 12: 32 vemos que
los hombres de Isacar habían sido los maestros espirituales de
Israel. Por eso el Talmud (libro donde se recogen todas las
tradiciones judías) interpreta la palabra “tiendas” como
“hogares para el estudio de la Ley”.
LA
BENDICIÓN DE GAD: Esta
era una de las tribus que estaban ya asentadas en el lado del Jordán
en que Moisés se encontraba ahora.
Le predice que Dios
había de ensanchar el territorio de Gad. Y así fue debido al éxito
de sus guerras.
Que había de ser
una tribu de hombres valientes y victoriosos; de ahí el simbolismo
de león; aunque no entraría en guerra por propia iniciativa sino
provocado; por eso se dice de él que como león reposa.
Ensalza a esta
tribu por lo que habían hecho y por lo que estaban haciendo. Por
haber escogido un rico territorio, y luego fue a la vanguardia del
pueblo, para ayudar a sus hermanos en la conquista de Canaán, y
ejecutó mandatos, es decir la promesa hecha de cruzar el Jordán
para ayudar al resto de las tribus.
LA
BENDICIÓN DE DAN: Jacob, en su bendición, le había
comparado a una serpiente por su astucia; Moisés lo compra aquí a
un león por su coraje y resolución. Sansón era de esta tribu. Un
dato curioso y extraño es que no aparece en la enumeración en
Apocalipsis 7. La explicación más probable es que fue una de las
primeras en darse a la idolatría, la más alejada del santuario,
pequeña en número, y seguramente fue después incorporada a la de
Neftalí, que era hermano uterino de Dan.
LA BENDICIÓN DE NEFTALÍ: Moisés considera esta tribu con admiración y la ensalza. Jacob la había descrito como cierva suelta, por la gracia de su porte, y que pronunciará dichos hermosos. Efectivamente, los hombres de Neftalí parece ser que brillaban por su elocuencia. Dicen los judíos que “la porción de la tribu de Neftalí era tan fértil, y sus productos tan tempranos, a pesar de estar situada al norte, que de las primicias que se llevaban al Templo, las de Neftalí solían ser las primeras, y así ellos eran los primeros en llevarse la bendición del sacerdote, que era la bendición de Jehová”. La Ciudad de Capernaún y Betsaida eran ciudades situadas en territorio de Neftalí, las más ricas de Galilea.
LA BENDICIÓN DE ASER: Cuatro cosas destacan en la oración y profecía acercas de esta tribu, que tiene que ver con el nombre que Lea su madre le puso al patriarca de esta tribu: Aser, que significa feliz (Gn. 30: 13):
-Su prosperidad
excepcional.
-El interés y el
favor de sus vecinos hacia ellos.
-La riqueza de su
suelo.
-La continuidad de
su fuerza y su vigor.
NOTA: El resumen
del versículo 29 nos dice que ¡LA SALVACIÓN ES DEL SEÑOR!
CONCLUSIÓN:
LA MUERTE DE MOISÉS. Cap. 34
- Una muerte solitaria. Ciertamente toda muerte es así. Su edad era de 120 años.
- Una muerte acompañada por una visión. Vio la tierra prometida desde lejos.
- Jehová mismo enterró a Moisés. Murió en los brazos de Dios.
Moisés sube hasta
la cumbre del Pisgá, el lugar señalado por Dios para que muriese
allí. Israel quedaba abajo acampado en las llanuras de Moab,
mientras que Moisés ascendía. Suponemos que se despidió de manera
solemne de Josué, de Eleazar y de los demás amigos íntimos, que
con toda probabilidad le acompañaron hasta la falda del monte, pero
no a la cumbre. Allá se dirigía a solas con Dios. Desde la cumbre
del monte Moisés baja los ojos de nuevo, hacia la tierra, para ver
el Canaán terrestre, la tierra prometida en la que nunca había de
entrar. Moisés vio Canaán a distancia, pero desde la cumbre del
Nebo, el pico más prominente de la cadena de montañas del Pisgá
vislumbró los bosques de Galaad, las cumbres nevadas del monte
Hermón, Tabor, Ebal y Gerizim, las alturas de Judá y Benjamín,
Sión, el Hebrón, etc.
Murió allí
Moisés. Hubo que ser duro para él, la separación, y verse
impedido de disfrutar de la tierra prometida, pero como Dios mismo lo
definió era muy manso, y se sometió a la voluntad de Dios de buena
gana.
Los siervos
de Dios mueren por tres razones:
- Para descansar de sus labores.
- Para recibir su recompensa.
- Y para dejar su lugar a otros.
No se conoce el
lugar de su sepultura. Yace en un sepulcro ignorado, en una tumba que
nadie puede visitar.
Vivió 120 años.
Una edad bastante avanzada para su tiempo. Su vida quedó
distribuida en tres grupos de cuarenta años:
- Los primeros 40 años los pasó como un príncipe de la corte de Faraón.
- Los segundos 40 años los vivió en el solitario oficio de un pobre pastor de Madián.
- Los últimos 40 años los vivió como un rey entre Israel,, con mucho honor y poder, pero también con gran responsabilidad, con pesadas fatigas y continuos disgustos.
Dice la Palabra que
su ancianidad fue muy bien llevada, ya que sus ojos nunca se
oscurecieron, ni perdió su vigor.
Se guardó un duelo
por su pérdida por un período de 30 días.
Termina el
Deuteronomio y por tanto el Pentateuco con un encomio (alabanza)
lleno de honor para Moisés y para Josué.
Josué es ensalzado
como un hombre admirablemente cualificado para la obra a la que fue
llamado.
Moisés es
ensalzado por ser un hombre de veras muy grande, especialmente en dos
aspectos:
- en su comunión íntima con Dios
- y por el poder que Dios le concedió para obrar sobre la naturaleza.
Nunca jamás hubo
otro hombre a quien Israel tuviese mayores motivos para amarle, ni
los enemigos de Israel mayor razón para temerle.
8.
SÍNTESIS:
El libro Deuteronomio o segunda
Ley, es el último de los cinco libros de Moisés, el cual hace un
resumen y pone de relieve el mensaje que contienen los cuatro libros
precedentes. No significa esto que sea una mera repetición de lo que
se ha dicho previamente. Sin duda que Deuteronomio forma parte de los
acontecimientos históricos que han sido dados ya con anterioridad,
en particular en Éxodo y Números. Sin embargo va más allá de esos
relatos, puesto que los interpreta y los adapta a las nuevas
generaciones.
Los acontecimientos
están cargados de significado. Moisés nos proporciona bastante
historia. Toma la legislación que Jehová le había dado a Israel
hacía 40 años, y la adapta a las condiciones de vida de la
colectividad en la tierra de la cual Israel se trasladaría pronto.
Cuando fue escrito
ese libro, la nación de Israel se encontraba en la tierra de Moab,
al este del río Jordán y del mar Muerto. En una oportunidad
anterior, Israel había fracasado, por falta de fe, al no entrar en
la Tierra Prometida. Ahora, 38 años más tarde, Moisés reune al
pueblo escogido, y procura infundirle fe que lo capacitará par
avanzar en obediencia. Ante ellos está la herencia. Los peligros,
visibles e invisibles, están más allá. Los acompañará su Dios, a
quien han llegado a conocer mejor durante sus experiencias en la
península del Sianí, una península desierta y escarpada. Moisés
comprende, correctamente, que los mayores peligros son en la esfera
espiritual; de manera que el énfasis que le da a su mensaje es
espiritual. Jehová su Dios es uno; es él quien los ha libertado de
la esclavitud. Les ha dado la ley. Ha sellado un pacto con ellos. Son
su pueblo, Jehová demanda devoción y adoración exclusivas. Sus
caminos les son conocidos al pueblo. Mediante la larga experiencia,
Israel ha aprendido que Jehová honra la obediencia y castiga la
transgresión.
El libro abarca
toda la gama de preguntas que surgen de esta nueva fase de la vida de
Israel. Su actitud hacia Jehová es naturalmente el problema
principal. Moisés, con toda la diligencia de que puede ser capaz,
invita a Israel a confiar en Jehová de todo corazón, y a hacer de
sus leyes la fuerza rectora de sus vidas. Esta ley, si se obedece,
infundirá vida, y hará que los israelitas sean pueblo destacado
entre todas las naciones. Recibirán bendiciones, y las naciones
reconocerán que su Dios es Jehová. Pero si Israel imita la conducta
de las naciones que la rodean, olvidándose de su Dios, le
sobrecogerá la aflicción, y finalmente será esparcida entre los
pueblos.
A través de todo el libro, se recalca la fe sumada a la obediencia. En un sentido verdadero, es ésta la clave del libro.
Todo este
libro es una disertación divina sobre el tema de obediencia.
Ya Moisés tenía evidencia tangible que la nueva generación no
era mejor que la de sus padres, y que todo dependía de su
obediencia, (la victoria de sus enemigos, prosperidad, felicidad, la
posesión de Canaán, y la vida misma) por esto, con toda la fuerza
de su ardiente personalidad, Moisés suplica a la nueva generación
de israelitas que obedezcan a Dios.
El hecho de
que Dios deseara con ansia su obediencia era:
- Porque eran suyos
- Porque les amaba
- Porque deseaba preservarle del mal y prosperarles
- Como consecuencia de la gratitud a Dios por su misericordia y su gracia.
Este libro se
compone de ocho discursos y con el último capítulo una descripción
de la muerte de Moisés.
Curiosidades
Curiosidades
Curiosidades
JESÚS
CONSIDERABA ESTE LIBRO MUY IMPORTANTE.
Es obvio que el
Señor Jesús consideraba este libro su favorito durante su vida.
Citó este libro y solo este libro durante su conflicto con Satanás.
Mat. 4: 1- 11, Lc. 4: 1- 13 con Deuteronomio 8: 3, 6: 16, 7: 13 y
10: 20. Si tomamos en cuenta las muchas veces que los profetas citan
este libro en sus escritos debiera haber sido el favorito de ellos
también.
COSAS
NOTABLES QUE SE ENCUENTRAN EN ESTE LIBRO:
Este libro
contiene:
. La primera
referencia a la horca. Cap. 21: 22 – 23
- La única referencia en el A.T. sobre la visión de la zarza ardiendo, Cap. 33: 16
- La profecía referente a la venida del Profeta Ungido (Jesús) Cap. 18: 15 – 19
TODA LA FUERZA Y LA
HERMOSURA DE ESTE LIBRO PUEDE DESCUBRIRSE SOLAMENTE SI LO LEES
COMPLETO, ES DECIR, DE UNA SOLA VEZ, ENTONCES ES CUANDO INSPIRA Y
CONMUEVE EL CORAZÓN COMO NUNCA.
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