domingo, 13 de julio de 2014

SUFRIENDO LA PRUEBA



SUFRIENDO LA PRUEBA

INTRODUCCIÓN

Estamos en un mundo de confusión y esta confusión también ha alcanzado a la iglesia de Cristo. A veces tenemos la sensación de habernos equivocado y perdido un tiempo muy valioso como miembros de una congregación y que quizás la elección de la misma no haya sido la más apropiada.

Miramos a nuestro alrededor y parece que a todos les va bien, o por lo menos mejor que a nosotros, y nos preguntamos: ¿Por qué las cosas no funcionan? ¿En qué me he equivocado? ¿Por qué otros prosperan y yo no?

Y cuanto más pensamos en ello más confundidos nos encontramos, proyectando hacia los demás nuestra propia frustración buscando a quien culpar, en muchos casos responsabilizamos a los demás y otras nos juzgamos y condenamos a nosotros mismos .

Parece que cada vez que pasamos por problemas o dificultades hay una tendencia natural del ser humano a buscar culpables.

Sin embargo esta no es la actitud correcta, ya que si culpamos a los demás
estamos haciendo juicio, y la Palabra de Dios es muy clara en este asunto:

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. Mateo 7: 1-2

Por el contrario, si nos auto-culpamos, dejaremos caer sobre nosotros una pesada losa que no nos dejará levantar cabeza.

Tanto en un caso como en el otro demuestra que no hemos pedido dirección a Dios o que no hemos entendido que el éxito y la prosperidad no es sinónimo de una vida espiritual correcta conforme a los propósitos de Dios.

PUNTOS A TENER EN CUENTA CUANDO NOS ENCONTRAMOS FRENTE A PRUEBAS Y DIFICULTADES

1º) NO PONER NUESTRA MIRADA EN EL ÉXITO AJENO
En parte, la confusión viene cuando ponemos nuestra mirada en el éxito de los demás, como por ejemplo aquellos líderes religiosos a quienes admiramos y desearíamos ser como ellos, y no entendemos porqué resulta tan difícil por no decir imposible alcanzar ese nivel espiritual.

Es necesario que busquemos las respuestas a nuestras preguntas en Dios. Pidamos humildemente en oración que nos hable al respecto. Él nos trata de manera única, con el fin de que pueda cumplirse su propósito en nuestra vida, las pruebas y dificultades que sufrimos forman parte de los muchos recursos que Dios utiliza para enseñarnos y ayudarnos a madurar espiritualmente.

Si ponemos nuestra mirada en Dios y dejamos que su Espíritu nos hable y guíe aprenderemos a ser sus discípulos. El discípulo tiene que parecerse a su maestro.

Porque Jehová es justo, y ama la justicia; El hombre recto mirará su rostro. Salmo 11: 7

Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Lucas 14: 27

Jesús dijo:

Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos. Lucas 10: 20

Nuestra fuente de alegría no debe ser el poder sobre los demonios ni el éxito en el ministerio. Nuestra alegría y gozo debe ser el saber que somos libres del pecado y que nuestro destino es la vida eterna.


No es la autoridad y el poder de sujetar demonios, ni los milagros o prodigios que podamos realizar, ni la elocuencia con la que prediquemos el verdadero motivo de alegría, sino el saber que nuestros nombres están escritos en los cielos y que Dios nos tiene reservado un lugar en su Reino y cuenta con nosotros.



2º) BUSCAD MÁS INTIMIDAD CON DIOS.

Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras. Salmo 145: 18

Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu. Salmo 34: 18

Y esta búsqueda de intimidad nos lleva a pasar por desiertos como lo hizo Jesucristo. No podemos esquivar pasar por la escuela de Dios, no somos diferentes de Moisés, Josué, David y el mismo Jesús. Todos pasaron por el desierto para templar y moldear su carácter conforme a los propósitos que Dios tenía para ellos. Nosotros también necesitamos pasar por ellos.

El que quiera ser discípulo de Cristo tendrá necesariamente que atravesar desiertos a lo largo de su andadura espiritual.


El desierto es el tiempo en el que percibimos como todos nos abandonan, que la soledad es nuestra única compañera de viaje, es cuando los problemas parecen olas gigantes que nos ahogan sin que podamos hacer nada para solucionarlos. Pasar por el desierto es también sentimos desprotegidos, a descubierto, sintiendo sobre nosotros ese sol abrasador y no tener un lugar donde poder refugiarnos para alcanzar un poco de paz y descanso.

Moisés huye al desierto cuando el faraón se entera de que ha matado a un egipcio. Éxodo 2: 11-15

11.En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos.
12.Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.
13.Al día siguiente salió y vio a dos hebreos que reñían; entonces dijo al que maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo?
14.Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto.
15.Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián.


Jehová trata con Moisés en el desierto, en la soledad para mostrarle su propósito. Éxodo 3: 1-8

1.Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.
2.Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.
3.Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.
4.Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.
5.Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.
6.Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
7.Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,
8.y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.


Josué, a pesar de no haber participado en la murmuración del pueblo hacia Dios, también le tocó pasar por el desierto. Números 14: 28-32

28.Diles: Vivo yo, dice Jehová, que según habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros.
29.En este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los cuales han murmurado contra mí.
30.Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun.
31.Pero a vuestros niños, de los cuales dijisteis que serían por presa, yo los introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis.
32.En cuanto a vosotros, vuestros cuerpos caerán en este desierto.

Josué recibe instrucciones de Jehová para sustituir a Moisés, su carácter había sido probado a lo largo de su vida en el desierto. Josué 1: 1-6

1.Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor d Moisés, diciendo:
2.Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel.
3.Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.
4.Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio.
5.Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé.
6.Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.

David huye al desierto para salvar su vida. Aquí es donde Jehová trató con él para forjar su carácter de líder que más tarde sería rey de Israel. 1ª de Samuel 23: 14 y 25

14.Y David se quedó en el desierto en lugares fuertes, y habitaba en un monte en el desierto de Zif; y lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.
25.Y se fue Saúl con su gente a buscarlo; pero fue dado aviso a David, y descendió a la peña, y se quedó en el desierto de Maón. Cuando Saúl oyó esto, siguió a David al desierto de Maón.
CUEVA DE ADULAM, DONDE DAVID PERMANECIÓ ESCONDIDO
 POR CAUSA DE LA PERSECUCIÓN DEL REY SAUL. 

1ª de Samuel 24: 1

1.Cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le dieron aviso, diciendo: He aquí David está en el desierto de En-gadi.

1ª de Samuel 25: 1

1.Murió Samuel, y se juntó todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá. Y se levantó David y se fue al desierto de Parán.

David después de muchos desiertos en su vida es ungido rey de Israel, conforme al propósito de Dios. 2ª de Samuel 5: 1-3

1.Vinieron todas las tribus de Israel a David en Hebrón y hablaron, diciendo: Henos aquí, hueso tuyo y carne tuya somos.
2.Y aun antes de ahora, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú quien sacabas a Israel a la guerra, y lo volvías a traer. Además Jehová te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás príncipe sobre Israel.
3.Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y el rey David hizo pacto con ellos en Hebrón delante de Jehová; y ungieron a David por rey sobre Israel.

Jesús, después de ser bautizado también fue llevado al desierto, allí fue tentado para desistir del propósito para el que había venido.

La manera en la que Moisés vivió sus etapas de desierto no fue igual que para Josué, ni este vivió su experiencia como lo hizo David o Jesús. Cada uno de nosotros pasaremos por el desierto espiritual de forma diferente, pero siempre será de aprendizaje.

En el desierto se forja el carácter del líder y del discípulo.

En el desierto desarrollaremos humildad

En el desierto se pone de manifiesto que el corazón es engañoso y que podemos andar equivocados.

En el desierto desarrollamos nuestra vida de oración según la voluntad de Dios.

Por mucho tiempo que pasemos en el desierto no moriremos si permanecemos en Dios, Él cuidará de nuestras vidas en todas las áreas.

La fuente de nuestro gozo y alegría, así como el éxito en nuestra vida espiritual no debe estar basada en las manifestaciones externas, como pueden ser las sanidades, los milagros o incluso echar fuera demonios y que estos se nos sujeten en autoridad, sino más bien en conocer a Dios, permaneced en Él y llevar mucho fruto (dejad que nuestro carácter sea transformado y se manifiesten los frutos de Espíritu). Jesús hace una declaración muy fuerte en su Palabra al respecto:


Así que, por sus frutos los conoceréis.
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7: 20-23

Cuando el discípulo mira más el éxito personal que el fruto del Espíritu y la intimidad con Dios, está siendo más discípulo del enemigo que de Jesucristo.

El enemigo es egoísta y busca lo suyo, todo lo contrario de Jesús que entregó su vida por nosotros.

Cuando el discípulo quiere pasar por encima de sus propios hermanos en Cristo y busca su propio éxito, no será discípulo de Jesús, porque un discípulo de Jesús no mira lo suyo sino que pone su mirada en el Maestro negándose a sus deseos para hacer la voluntad de Dios.


CONCLUSIÓN.

Si queremos ser discípulos de Cristo alegrémonos de estar en el desierto, siendo formados por la mano de Dios y aprendiendo lo que necesitamos saber para que Él pueda cumplir su propósito en nuestra vida.

No podemos honrar a Dios si no hacemos su voluntad.

Si buscamos el éxito que el ministerio nos pueda aportar, ¡parémonos!, oremos con sinceridad de corazón para que Dios nos ayude y podamos volvernos a Él antes de que sea demasiado tarde y nuestro egoísmo nos destruya.

Y si ya estamos en el desierto tengamos por seguro que no estamos solos, el Espíritu de Dios siempre está con nosotros, así que en vez de sentir tristeza dejémonos ayudar por Él para que la experiencia sea fructífera y sirva para intimar y conocer más a Dios.

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