sábado, 21 de diciembre de 2013

(1) LA VIDA DE JESUCRISTO Y SU ÉPOCA

21 DE DICIEMBRE DE 2013
(1) LA VIDA DE JESUCRISTO Y SU ÉPOCA



PREÁMBULO:


La Navidad es para el cristianismo una de las fiestas más importantes, en ella conmemoramos el nacimiento de Jesús, es decir, que siendo Dios, vino a nosotros en calidad de hombre para que por medio de su sufrimiento y muerte, la raza humana fuera redimida y perdonada, abriendo así un camino a través del cual llegar a la Presencia del Padre. Con el nacimiento de Jesús se cumple la promesa de que enviaría a su Hijo Unigénito para salvación del mundo.


Se podría decir sin lugar a dudas que la Navidad es una fiesta de “Cumpleaños”,  lo normal en estos casos es que dicha fiesta gire en torno a la persona que festeja el aniversario de su nacimiento, pero como ocurre frecuentemente, con el tiempo el significado y el sentido de las palabras y las cosas se degradan y desvirtúan, es lo que ha ocurrido también con esta fiesta tan entrañable e importante, convirtiéndose en una celebración cuyo fin es el consumismo y donde el protagonista principal que es Jesús ha dejado de ser.


¿Como se explica que una fiesta fundamentalmente cristiana donde la figura principal es Dios, sea celebrada en un mundo que niega su existencia? ¡No deja de ser una gran incongruencia!


Dice un refrán  “No hay más ciego que el que no quiere ver” , para muchos cualquier excusa es buena para negar la existencia de Dios, pero a poco que se estudie la historia de la humanidad y escudriñemos las Escrituras nos daremos cuenta  que Él siempre ha estado presente.  Escogió a un hombre: ABRAHAM, de cuya descendencia crearía una nación: Israel,  la cual tendría la responsabilidad de mostrar al mundo al único y verdadero Dios,  de este pueblo vendría el Salvador: JESÚS DE NAZARET.

Desgraciadamente Israel se apartó de los propósitos de YHAVEH y cuando JESÚS vino no le reconocieron como su MESÍAS y ocurrió como dice en la Biblia: ...A lo suyo vino y los suyos no le reconocieron”. (Juan 1: 11)


Con la llegada de Jesús la historia de la humanidad va a dar un giro importantísimo desde el punto de vista de la relación de Dios con el hombre, ¿por qué?

Porque si antes Dios se manifestaba a su pueblo por medio de hombres escogidos como Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, los profetas, etc. cuya misión era mediar entre Él y el pueblo, ahora se hace carne a través de la persona de Jesús para relacionarse con el hombre directamente, cara a cara.

A través de Jesús todos podemos ver y degustar el carácter, la autoridad, el poder, la ternura, la misericordia y el amor que Dios tiene para con todos.

Ahora el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob también puede ser tu Dios, si de verdad has tomado la decisión firme de creerle y seguirle a pesar de todas las dificultades que a veces se presentan.

No siempre fue fácil para estos hombres hacer la voluntad de Dios, pero si estudiamos sus vidas vemos que con la ayuda del Señor caminaron de victoria en victoria, ahora bien, no olvidemos que las victorias hay que pelearlas,  venciendo los conflictos, problemas y luchas que la vida nos presenta.


Otra de las cosas que recibimos de Jesús es liberación. El pueblo estaba atado a la ley, la obedecía traía bendición, por el contrario, la desobedecía acarreaba sobre sí maldición.


Esto nos hace pensar que no siempre obedecían a Dios por amor,  sino porque en cierto modo les interesaba, al no tener una relación personal con Él y no conocerle, el cumplimiento de la Ley les resultaría pesado, amén de que nuestra propia naturaleza nos inclina al pecado. Siempre existió en Israel períodos de desobediencia y períodos de gran bendición.


Jesús nos enseña que el  propósito de Dios es  relacionarse con nosotros como un Padre cercano, que se preocupa por lo que nos ocurre, ya no somos esclavos de la Ley.  Resumió todos los mandamientos, estatutos y leyes en algo tan simple y tan grande como el amar a Dios y a nuestros semejantes como nos amamos a nosotros mismos. 

LA OBLIGACIÓN ATA  EL AMOR LIBERA


Pero volvamos a los orígenes de esta fiesta tan maravillosa, y conozcamos un poco más a nuestro Dios, especialmente como fue su nacimiento y lo que aconteció en aquella época.


Es el propósito de Dios y mi deseo que Jesús sea dado a conocer al igual que sus enseñanzas y crezca el número de personas que valientemente decidan entregarse a Él.

Nacimiento e infancia de Jesús




Es corriente creer que Jesús tuvo su origen cuando nació en Belén, y aunque es cierto que su nacimiento fue el principio de su vida como hombre, no debemos olvidar que su existencia como Hijo de Dios se remonta al principio de los tiempos.


Esta verdad la encontramos en el Evangelio de Juan 1: 1-4En el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas y sin Él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. En Él estuvo la vida, y la vida era la luz de los hombres.”


La figura de Jesús no era un simple resultado de la evolución, sino la manifestación de Dios a los hombres, esto es importante tenerlo en cuenta porque si solo fue un hombre que vino a darnos su opinión de Dios no deja de ser un personaje interesante pero nunca El Salvador del mundo, pero si como creemos y sabemos es el Hijo de Dios, no hay duda de que podía manifestarse de forma sobrenatural y poco común no solo en la vida sino también en su muerte y su resurrección.


El hombre tiene una tendencia natural a no creer las cosas que su mente humana no pueda comprender ni abarcar, y olvida que Dios es omnipotente y nada le es imposible.


Todo lo relacionado con el nacimiento de Jesús ha sido detallado por los evangelistas Mateo y Lucas.


La historia del advenimiento de Cristo empieza con las tres anunciaciones que hizo el Ángel (mensajero) Gabriel a Zacarías sacerdote, a María en Nazaret y a José. Estos anuncios fueron muy significativos porque rompieron un largo silencio de 400 años  y anunciaron acontecimientos trascendentales. 


Probablemente fue en el año 6 a. De C. que Zacarías recibió la visita de Gabriel mientras cumplía sus deberes normales de sacerdote en el Templo. Este anciano sacerdote y su esposa se asustaron cuando el ángel les anunció que serían padres de un niño, tanto él como ella eran de edad avanzada. Este anuncio era tan inesperado y alarmante, que ni un hombre tan devoto como Zacarías pudo creérselo fácilmente. A causa de su duda, se volvería mudo hasta después del nacimiento de su hijo. Naturalmente ello suscitó (levantó) la curiosidad de la gente. (Leer Lucas 1: 1-25)


Seis meses más tarde Gabriel, el mismo angel, apareció a María, una joven de Nazaret, en Galilea, y le anunció que ella sería la madre del Mesías. Aquellas extrañas palabras sorprendieron a María y la turbaron. María, sabiendo los problemas que ello acarrearía a su familia y a José, con quien estaba desposada, aceptó el plan de Dios con gozo. Ella necesitaba a alguien para revelarle su confidencia y posiblemente habló con sus padres y con José. También conocía el secreto de su prima Elizabet, esposa de Zacarías, y se apresuró a ir al hogar de ellos, en la zona montañosa de Judea, para visitarles. Aquellas dos piadosas mujeres que tenían un secreto en común encontrarían juntas ayuda mutua y estímulo.


A José todo esto le creaba ciertas dificultades. Los judíos consideraban el desposorio más sagrado y serio que un “compromiso matrimonial” de los que se estilan en nuestros tiempos. María pertenecía a José aunque no estuvieran todavía casados legalmente. Debido a lo ocurrido, la fidelidad de María estaría puesta en duda. Con el objeto de asegurar la colaboración de José, un ángel se le apareció y le dijo: “No temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es” (Mateo 1:20). “...Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús”, que significa SALVADOR. (Mateo 1: 24-25)


Por lo menos en dos aspectos el nacimiento de Jesús fue único. Su Encarnación era el milagro de uno que era Dios desde el principio y se hace a sí mismo en un ser humano. En este aspecto Jesús es único en la historia de la humanidad. Su nacimiento también es único por haber sido concebido por el Espíritu Santo en el seno de una virgen, y esto es de una importancia capital. Desde el primer siglo hasta nuestros días, esta cuestión ha sido discutida y la gran mayoría de cristianos aceptan esta doctrina, aunque algunos la rechazan alegando que el asunto no afecta su fe en Cristo. Es importante señalar que el cristianismo evangélico y la iglesia romana aceptan la doctrina del nacimiento virginal de Jesús.


Rechazar las evidencias dadas por los evangelios es desacreditarlos como documentos históricos, lo cual puede hacerse fácilmente.


empadronamiento romano y nacimiento de Jesús



Lucas en su capítulo 2: 1-3 nos habla de este acontecimiento:


 Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria”. 



 Los descubrimientos arqueológicos han demostrado que tenía razón Lucas, se han encontrado referencias fidedignas sobre el empadronamiento del cual estamos hablando y que tuvo lugar en el año cinco ó seis después de Cristo. Bajo este decreto todos los varones debían ir al pueblo de origen a empadronarse, con el objeto de pagar luego sus contribuciones al gobierno. José vivía por aquellos días en Nazaret, pero como tenía que empadronarse en el lugar de origen de su tribu, tuvo que hacer un largo viaje de Nazaret a través del Valle de Esdraelón y la antigua Samaria, pasando por Jerusalén hasta llegar a Belén donde debía empadronarse.




El decreto que obligó a José a ir a Belén sirvió, sin saberlo, para que se cumpliesen las palabras dichas por el antiguo profeta:  “...Pero tú, Belén Efrata, pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel.”


Legalmente no era necesario que María fuese con José a Belén. Pero como estaba encinta y en cualquier momento podía ocurrir el gran acontecimiento prefirió acompañar a su esposo antes que permanecer sin él, en el hogar. Cuando llegaron a Belén se encontraron con pesar que “... no había lugar para ellos en el mesón”. No eran tan pobres que no pudieran pagarse un acomodo..., pero no había lugar libre. Todo ocurrió en el mejor lugar disponible, en un establo cercano a un mesón fue donde nació Jesús, y según costumbre, el niño recién nacido fue envuelto en pañales (unas tiras de tela blanca con las que daban vueltas al pequeño cuerpecito) y acostado en el pesebre.


Hay una confusión tremenda en cuanto a la fecha del nacimiento de Jesús. No nació el 25 de diciembre del año 1 después de Cristo. 


Seiscientos años después del nacimiento de Jesús, fue cuando se intentó que la historia contara los días a partir del gran acontecimiento. Dionisio el Exiguo (de Armenia) Canonista y escritor eclesiástico, con los datos que poseía fue contando para atrás y fijó lo que él creyó era la fecha exacta. Basados sus cálculos establecieron el calendario cristiano que todavía se usa. La dificultad estriba en que más tarde se probó que la fecha era inexacta. Debía haber vuelto atrás cuatro o cinco años más. El año en que nació era el cuatro o cinco antes de J. C. Los sabios fundan su creencia basados en varias pruebas diferentes, tales como la fecha del nacimiento de Herodes; el comienzo del ministerio de Juan el Bautista; la construcción del Templo, etc.


No existe la forma de determinar con exactitud el mes en que tuvo lugar el acontecimiento. Difícilmente pudo ocurrir en medio del invierno. Parece que el tiempo más adecuado sería a finales del verano o a principios del otoño, ya que los pastores no guardan los rebaños en los campos durante las noches frías de invierno.


Ocho días después de su nacimiento, el niño fue circuncidado y más tarde presentado en el Templo de Jerusalén, conforme a la Ley de los judíos.


De Jerusalén volvieron a Belén donde continuaron viviendo. Mateo relata la historia de unos magos venidos de oriente para adorar al niño.

HUIDA A EGIPTO


Herodes era un mal sujeto, este rey de Judea había mandado matar a un considerable número de personas, de las cuales temía que algún día le usurparan el trono. En sus postreros días, atormentado por una enfermedad, se volvió ruin y vicioso. Sospechaba de todo el mundo y aún de su propia familia. Cuando los magos fueron a informarse sobre el rey de los judíos que acababa de nacer, se enojó mucho. Incapaz de comprender la verdad y engañado por los magos que no volvieron a informarle, su ira se acrecentó.


Determinado a matar al Rey recién nacido, decretó la orden de hacer perecer a todos los niños menores de dos años que hubiese en Belén. Nunca sabremos cuántos niños murieron en la “matanza de inocentes”. La mano de Dios rescató a Jesús de ser muerto por mandato de Herodes.


Otra vez un ángel aparece a José y María y les hizo saber que tenían que marcharse a Egipto, fuera de la jurisdicción de Herodes, y permanecer allí hasta que se les dijera que volvieran. Posiblemente permanecieron allí durante un año por lo menos.


Poco tiempo después moría Herodes con la natural complacencia de todo el mundo. 






Herodes el Grande
Herodes el Grande fue el rey que gobernó en Judea con el apoyo de Roma. Según narra el  Evangelio de  Mateo (2,16), intentó matar a Jesús ordenando la muerte de todos los niños varones de Belén menores de dos años.





De nuevo el ángel aparece a José y María diciéndoles que volvieran a tierra de Israel. Pero no  fueron a Judea donde reinaba ahora el hijo de Herodes el Grande, Arquéalo, cuya reputación era tan mala como la de su padre, sino que habitaron en la región de Galilea, en la ciudad de Nazaret.



Podemos creer que esto fue providencial, sin embargo por varias razones Nazaret tenía que ser el lugar de su infancia. El pueblo se encontraba situado al sur de las llanuras de la baja Galilea y en medio del lugar más hermoso de Israel.


Desde la cima en que estaba situada Nazaret puede verse el histórico valle de Esdraelón donde ocurrieron tan grandes acontecimientos de la historia hebrea. Nazaret estaba en la encrucijada de las antiguas vías que atravesaban Galilea. El camino de Jerusalén a Capernaum pasaba por el centro del pueblo. La famosa Vía Maris iba de Damasco hasta la costa mediterránea pasando por Nazaret. La Vía este-oeste, por la que se trasladaban los ejércitos romanos, cruzaba Nazaret. Había mucha maldad en aquella ciudad, según rezaba el proverbio popular: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”. Allí pudo ver lo peor de la vida y comprender un poco la necesidad de la redención humana. Aquí creció y fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. La perfección de su pureza y paciencia fue consumada no encerrándose dentro de una valla para separarse del mundo, sino en medio del ruido y del escándalo.

LA FAMILIA DE JOSÉ


José y María tuvieron el hogar y criaron a su familia en Nazaret.


Puesto que tenía establecido un negocio, su vida no sería muy pobre ni demasiado desahogada. Posiblemente se trataba de una casa modesta, como muchas otras de la clase media. La vida de José sería hogareña debido a su trabajo. Una vez aposentados en Nazaret tuvieron otros hijos. Jesús tuvo por lo menos dos hermanas y cuatro hermanos: Jacobo, José, Judas y Simón. María y José enseñarían mucho las escrituras del Antiguo Testamento a sus hijos y en la sinagoga recibiría el curso regular de instrucción que seguían los niños según su edad. En este hogar humilde pero feliz creció Jesús. Como dice Lucas el evangelista en su capítulo 2:40:“...Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre Él”. Su infancia fue como la de cualquier otro niño, pero sin pecado.


Cuando un niño judío llegaba a los doce años de edad, era costumbre presentarle al rabino, tomar parte en el culto que se celebraba en el Templo y ser desde entonces un “Hijo de la Ley”. Así, cuando Jesús tuvo los doce años fue a Jerusalén con José y María para asistir a la fiesta de la Pascua, aunque posiblemente ya había estado en otras ocasiones anteriores. El hacer un viaje de esa clase era una experiencia memorable para cualquier niño. Jerusalén, la Ciudad Santa, era como un relicario conservado en el corazón de cada judío. El ir junto con un gran grupo de peregrinos; compartir la alegría y aventura de tal viaje; visitar a parientes y amigos de la familia; tomar parte en las impresionantes ceremonias, sería algo que agitaría el alma de Jesús.


Jesús, siendo el objeto de la Pascua, fue también a celebrarla, se comportó como un auténtico judío, cumplidor de la Ley. Vino a enseñarnos el camino pero antes caminó por el. Nos dio ejemplo en todo. Esto nos recuerda que no se puede mandar correctamente si antes no aprendemos a obedecer.


Cuando la semana hubo terminado y la comitiva emprendió el camino de regreso, José y María suponían que Jesús estaría con otros peregrinos en algún lugar de la comitiva y no se preocuparon en buscarle hasta que el grupo, llegada la noche decidió acampar. Imaginamos la angustia y la alarma, cuando la búsqueda más minuciosa resultó infructuosa. Después de una noche sin poder descansar, llena de tristes augurios, viajaron durante todo el día para volver a Jerusalén, en donde le hallaron sentado en el Templo, rodeado de los doctores de la Ley, oyéndoles y preguntándoles. 

“...Y todos los que le oían se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas.”



La reacción de María, según las primeras palabras que le dirigió al hallarle sano y salvo, fue perfectamente natural. A pesar de su ternura, un reproche maternal salió de sus labios. La respuesta de Jesús ¿Por qué me buscáis? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Demuestran un asombroso sentido de su alta misión en el mundo. A los doce años atestiguó su única dependencia del Padre y la sumisión que debía a ella.


Los treinta años transcurridos en Nazaret, es decir hasta que comenzó su ministerio público, son llamados a menudo “los años de silencio”. Lucas escribe unas palabras sobre estos dieciocho años que van desde su pérdida en el Templo hasta el comienzo de su vida pública, palabras maravillosas y suficientes: “Crecía en inteligencia (sabiduría), físicamente (en edad), espiritualmente (en gracia), en sus relaciones religiosas (para con Dios), y en sus relaciones sociales (con los hombres).


Este crecimiento significaba problemas, impedimentos, dificultades, sudor, trabajo, penas, perseverancia y lealtad a un ideal que se definía cada vez más.


...Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia.” Hebreos 5:8





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