"...Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas."
Efesios 2: 10
La casualidad no existe. Para los que amamos a Dios, los que creemos en Él, sabemos que todo lo que acontece en nuestra vida forma parte de un propósito eterno.
Hasta los detalles más pequeños, que a nuestro entendimiento puedan parecer insignificantes son de suma importancia; pues Dios usa todo para nuestro bien, para forjar nuestro carácter conforme al de Cristo.
Cada oportunidad que la vida nos ofrece para hace el bien, es un granito de arena que aportamos al restablecimiento del Reino de Dios en la tierra.
Cada uno de nosotros hemos sido dotados de cualidades y dones, conforme hagamos uso de ellos llevaremos bendición o maldición a quieres nos rodean.
A veces creemos equivocadamente que para hacer el bien, necesitamos tener mucho dinero, o ser famoso, o llevar una vida muy entregada en obras sociales..., pero no estoy hablando de esas obras vistosas que en muchos casos solo buscan la alabanza y el reconocimiento del hombre, sino de aquellas obras que salen de un corazón justo y misericordioso, esas diminutas obras que pueden transformar la vida de una persona.
Ciertamente, solos no podemos cambiar el mundo, pero desanimarnos y desistir por ello de hacer el bien no es hacer justicia.
Una sonrisa, un abrazo, ayudar a un amigo, no enfadarte cuando en la cola del supermercado alguien se cuela con descaro, visitar enfermos, consolar a alguien que ha perdido un ser querido aunque sea simplemente estar ahí, cubrir la necesidad en la medida de tus posibilidades, prestar sin avergonzar cuando alguien vienen a ti confiado...,¡hay tantos detalles invisibles a los ojos de los demás y que a la vez son tan importantes para Dios y para quienes los reciben!
"El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto." Lucas 16:10
Si es cierto que hemos sino enseñados en la Verdad que está en Jesús, no descuidemos esos detalles, esas pequeñas obras de misericordia que Dios pone delante de nosotros cada día para que andemos en ellas. Seamos fieles en lo poco y contribuyamos así, con nuestra aportación a que otras personas, viéndonos actuar en amor y misericordia honren el nombre de Dios y su Reino sea extendido por toda la tierra.
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